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  Pierre Bourdieu

 
   

sociologue énervant

 
   

 

Décès de Pierre Bourdieu :(
 

 
   

 


Pierre Bourdieu

 La sosegada irreverencia de
 un hombre bueno.




M. Á. BASTENIER, EL PAIS, Viernes, 25 de enero de 2002.

 


  

ra un hombre con la ira más amable que se ha visto nunca. Pierre Bourdieu lo encontraba prácticamente todo mal. Los periodistas éramos una bullanga de tontos, encima, inútiles; la gran mayoría de sus pares -que a él le parecían impares- vivían subyugados por el brillo mediático; lo que pasaba por filosofía contemporánea era un potaje incomestible al servicio de una variedad de Molochs entre bastidores o incluso a plena luz del día; el arte, la literatura, lo que podría llamarse velocidad de crucero de casi cualquier ocupación intelectual, respondía en realidad a conspicuos intereses del más rancio statu quo, o de la involución más desvergonzada. Y todo ello era misteriosamente compatible con la mayor dulzura de trato personal, con una extrema generosidad hacia el ser humano, no sólo lejano como tanto intelectual dedicado a la firma de manifiestos, sino también eminentemente próximo. Era tan sosegada e irreverentemente crítico que uno se sorprendía al comprobar que, pese a ello, siempre le deseaba a todo el mundo lo mejor, que su durísima opinión sobre el universo mundo era un particular sentimiento trágico de la vida, pero nunca un planteamiento vital, en el terreno de los hechos.

Tuve la oportunidad de trabajar con él con alguna regularidad durante unos años en un suplemento internacional de pensamiento al que podría decirse que acabó fallándole la intendencia. O sea, que todos éramos muy buenos, pero el mundo no nos comprendía. Una vez osé decirle que a sus libros no les vendría mal una corrección de estilo para humanizarlos en toda su desconstrucción, y estoy seguro de que el comentario no le molestó en absoluto. Sólo sonrió con reservada benevolencia.

Siempre sintió un afecto particular por España, y hablaba nuestra lengua con razonable soltura y aún mejor conocimiento, y en la galería de personajes con los que se declaraba en deuda figuraba Julio Caro Baroja, de quien decía que cuando él, Bourdieu, era sólo un joven sociólogo, tímido debutante en el foro de los seminarios internacionales, le había pastoreado de la mano por ese mundo, que él luego juzgaría exhibicionista y algo casposo, para que no hiciera más enemigos de lo estrictamente necesario. Lo suyo era decirnos con ternura y simpatía genuinas que las cosas no podían ir peor. Y resultaba convincente.


Pierre Bourdieu, un homme bon.

Miguel Angel Bastenier**
El País, Madrid. Traduction : Courrier International

eu d’hommes auront été d’une si grande bonté jusque dans leurs colères. Pierre Bourdieu ne trouvait quasiment rien à son goût. Nous autres journalistes n’étions qu’une bande d’imbéciles, bons à rien de surcroît. La grande majorité de ses pairs - qu’il considérait plutôt comme des impairs - vivaient dans l’éblouissement des paillettes médiatiques. Ce qui passait pour de la philosophie contemporaine n’était qu’un brouet indigeste servi à des Molochs évoluant en coulisse, quand ce n’était pas à la lumière du jour. Pour lui, l’art, la littérature ou toute activité intellectuelle ayant atteint ce qu’on pourrait appeler sa vitesse de croisière répondait aux intérêts du statu quo le plus rance, voire de la réaction la plus éhontée. Et tout cela allait mystérieusement de pair avec la plus grande douceur dans les rapports personnels, avec une vraie générosité envers l’être humain. Lointain comme tant d’intellectuels occupés à signer des manifestes, l’homme n’en était pas moins éminemment proche. Son irrévérence était si paisible qu’on s’étonnait de voir que, malgré tout, Bourdieu souhaitait toujours le plus grand bien à tout le monde. L’opinion très dure qu’il se faisait du monde répondait à un sentiment tragique de la vie qui n’appartenait qu’à lui. Mais cela n’avait pas d’incidence dans la vie, dans le domaine des faits.

J’ai eu l’occasion de travailler avec lui assez régulièrement pendant quelques années dans une revue internationale d’idées ["Liber, revue internationale des livres"]. C’est-à-dire que nous étions tous bons, mais que le monde ne nous comprenait pas. Un jour, je me suis permis de lui dire qu’une petite correction de style ne ferait pas de mal à ses livres, pour les humaniser dans leur déconstruction, et je suis sûr que ce commentaire ne l’a nullement dérangé. Il s’est contenté de sourire avec une bienveillance réservée.

Il a toujours ressenti une tendresse particulière pour l’Espagne, et il parlait notre langue avec une certaine aisance, doublée d’une réelle connaissance. Dans la galerie des personnages dont il se sentait redevable figurait [l’anthropologue et historien espagnol] Julio Caro Baroja*. Il disait que lorsque lui, Bourdieu, n’était qu’un jeune sociologue, timide débutant dans le forum des séminaires internationaux, l’anthropologue espagnol l’avait chaperonné dans cet univers qu’il jugerait plus tard exhibitionniste et quelque peu poussiéreux, pour qu’il ne se fasse pas plus d’ennemis que ce qui était strictement nécessaire. Il avait sa manière à lui, inimitable, de nous dire avec une vraie gentillesse que les choses ne pouvaient pas être pires. Et il était convaincant.

* On peut lire de lui en français : "Le Mythe du caractère national", PUF, 2001.
** Directeur adjoint d’"El País", chargé des relations internationales. Il a collaboré notamment à l’ouvrage (dirigé par Jean-Noël Jeanneney) "Les Stéréotypes nationaux en Europe", Odile Jacob, 2000.


Muere el sociólogo Pierre Bourdieu, activo militante contra el liberalismo económico.

Fundó una escuela de pensamiento crítico con la modernidad.

El Pais, Jueves, 24 de enero de 2002 - EFE,  París

El sociólogo francés Pierre Bourdieu, uno de los más influyentes en la disciplina durante las últimas décadas y activista contra el liberalismo económico, murió ayer a los 71 años de cáncer en el hospital Saint Antoine de París, según ha informado su colega y colaborador Patrick Champagne.

Catedrático de Sociología en el Colegio de Francia de París desde 1981, Bourdieu se hizo conocido en los años 60 con diversos estudios sobre los mecanismos de construcción de la desigualdad social como Les Héritiers, en el que se hacía una crítica fundamental contra la enseñanza universitaria.

Una de las primeras autoridades en reaccionar a la muerte de Bourdieu ha sido el primer ministro, Lionel Jospin, que lo ha recordado como “un maestro de la sociología contemporánea, una gran figura de la vida intelectual de nuestro país” y un hombre que “vivió personalmente la dialéctica entre el pensamiento y la acción”.

Nacido en agosto de 1930 en el pequeño pueblo pirenaico de Denguin en una familia de agricultores, Bourdieu estudió filosofía y comenzó su carrera profesional como profesor de instituto, trabajo que le llevó a Argelia a finales de los años 50.

Allí realizó diversos estudios antropológicos sobre la que entonces era todavía una colonia francesa, y en particular sobre la región de la Cabilia.

El sociólogo fue a comienzos de los años 60 a París, donde sería director de estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de 1964 a 1980.

Investigó de cerca autores como Marx, Sartre, Merleau-Ponty o Husserl y mantuvo contactos con el estructuralismo floreciente en los 60, del que le atrajeron su preocupación por el lenguaje y su vocación etnológica.

El ejercicio de la enseñanza le llevó a reflexionar sobre el sistema educativo, lo que se tradujo en libros como La Reproduction, Les Regles de l’art, Noblese d’Etat, o muy particularmente La Distinction, donde analizaba los mecanismos culturales de diferenciación social, más allá de los puramente económicos, que habían ocupado a los autores marxistas.

Conforme fue avanzando en su carrera académica, Bourdieu se implicó cada vez más políticamente con movimientos alternativos de izquierda y llegó a apoyar en 1980 la candidatura a la presidencia de la República del humorista Coluche, que al final no se consumó.

Dentro de su faceta de activista político, uno de sus libros más conocidos fue La Misère du monde de 1993, donde denunciaba el sufrimiento social, y en 1996 fundó la asociación Liber/Raisons d’agir que editaba libros en los que se cuestionaba el liberalismo.

Bourdieu reflexionó en los últimos años sobre el papel de los medios de comunicación y la responsabilidad de los periodistas en la construcción de una realidad dada por supuesta de forma acrítica, y fruto de ese trabajo fueron estudios como L’emprise du journalisme o Sur la télévision.
   
  


Pierre Bourdieu

       
 

   
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