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os medios masivos de comunicación no son la voz de la verdad, las
leyes económicas no son universales, la ciencia no es totalmente autónoma
de la política y, generalmente, la educación no transforma la sociedad.
Pierre Bourdieu pudo desmitificar cualquier verdad revelada (también
cuando esa supuesta "verdad" dijera exactamente lo opuesto, como que
los medios de comunicación sólo mienten, o que la educación únicamente
reproduce el orden social) gracias a su capacidad de describir las
disciplinas o sectores de lo social en términos de "campo". Pero eso
le implicó, también, hacerse de múltiples enemigos. Es que a nadie
le gusta que le anden exponiendo públicamente sus falencias, o sus
debilidades. Algo de esto sucedió cuando todos los periodistas televisivos
se sintieron agredidos porque el sociólogo francés, en su libro "Sobre
la televisión" (1997), los trató de todólogos, motivados más por el
deseo de divertir que por el ánimo de informar o de guiar el debate.
Es que para Bourdieu, los medios de comunicación, en especial la televisión,
priorizan la espectacularidad de lo novedoso, la mirada obvia, el
esquema elemental y la conclusión apresurada, por sobre cualquier
tratamiento medianamente serio de los asuntos públicos. Así los temas
periodísticos (un terremoto, una rebelión o un accidente automovilístico,
da igual) terminan siendo una sucesión de absurdas historias sin historia,
conectadas exclusivamente por su coincidencia cronológica y sin ninguna
posibilidad de control por parte de los actores sociales. Los campos
de las luchas sociales En los últimos años, Bourdieu tuvo un marcado
interés por demostrar que la universalización del modelo económico
neoliberal, propio de los Estados Unidos, no es la mejor salida para
organizar la vida social de otros países. Ese modelo implica que el
Estado se abstenga en materia económica en beneficio del libre mercado,
que los bienes públicos se conviertan en privados, los servicios públicos
(como la educación, la salud, el transporte) en bienes comerciales
y los usuarios en clientes. Su análisis del campo económico se cristalizó
en su última obra, "Las estructuras sociales de la economía" (2000).
¿Pero qué es eso de "campo"? Una de las categorías acuñadas por Bourdieu
para analizar lo social junto a la de "habitus" y "capital". Para
algunos, el genio de Bourdieu fue que la noción de campo permite superar
la de estructura, y la de habitus la de sujeto. Analizar lo social
en términos de campo, permite comprender juntos el contexto social
y una producción simbólica cualquiera, por ejemplo científica, artística
o pedagógica. Cada una de estas esferas conforma una suerte de universo
que incluye a las personas e instituciones que producen y reproducen,
en aquellos casos, la ciencia, el arte, o la educación. En cada campo,
dice Bourdieu, se generan leyes sociales más o menos específicas,
y cada uno es un campo de fuerzas y un campo de luchas que establece
sus fronteras y las exigencias para el ingreso. Cada campo tiene una
autonomía diferente en relación a las leyes sociales generales, y
esta relación se va modificando históricamente. De la academia a los
movimientos sociales La muerte llegó temprana para este pensador,
si consideramos que a los 70 y pico un intelectual puede estar en
la plenitud de su creatividad, como era el caso de Bourdieu que, hasta
el final, internado en el hospital, siguió corrigiendo escritos de
sus colaboradores. Había comenzado su carrera a fines de los 50, analizando
la crisis del mundo rural y el campesinado argelino y francés. Ya
avanzados los 60, se lanzó al estudio del sistema superior de enseñanza.
Su libro "Los herederos: los estudiantes y la cultura" (1964), presagia
los conmocionantes hechos del Mayo Francés de 1968. En esa misma línea,
fundó en 1968 el Centro de Sociología de la Educación y la Cultura.
En 1970 publicó uno de sus grandes éxitos, "La reproducción: elementos
para una teoría del sistema de enseñanza", donde desarrolla conceptos
de gran capacidad explicativa, como el de violencia simbólica. Durante
la década del 70, siguió avanzando en el abordaje de los distintos
ámbitos de la vida social y cultural, y en la estructuración de una
teoría general sobre lo social. Por aquellos años, aquel que estaba
desentrañando las estructuras de poder en Francia, llegó a obtener
los más altos reconocimientos dentro de la academia. Entre 1964 y
1980 fue director de estudios de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias
Sociales de París. Y desde 1981, profesor titular de sociología del
Collège de France. En 1975 funda la revista Actas de la Investigación
en Ciencias Sociales, y la dirige desde entonces. En 1984 publica
"Homo academicus", una obra sobre el academicismo y el mundo del conocimiento
universitario. En 1991 aparece "Los intelectuales y el poder", en
1992 "Las reglas del arte", y en 1995, "La miseria del mundo", un
monumental trabajo colectivo donde se escuchan las voces de los "excluidos"
del sistema, permanentemente silenciadas tanto por la academia como
por los medios. Esta obra, best-seller en Francia, es una recopilación
de entrevistas realizadas a obreros, profesores, periodistas, policías,
trabajadores temporarios, mujeres y jóvenes de los suburbios pobres
por una veintena de sociólogos dirigidos por Bourdieu. En sus últimos
años de vida, la emprendió especialmente contra el neoliberalismo
y la globalización. Su interés por los nuevos movimientos sociales
lo llevó a ser uno de los fundadores del movimiento Attac, y no era
raro que asistiera como orador a las movilizaciones de los trabajadores,
en defensa de los servicios públicos y en contra de las privatizaciones.
Según Bourdieu, una serie de rasgos une a los movimientos sociales:
todos ellos favorecen la participación directa de los interesados
(más en línea con las prácticas anarquistas-libertarias que con la
tradición de los partidos marxistas-leninistas); buscan la solución
de problemas concretos, como la salud, el trabajo, la vivienda; rechazan
las políticas neoliberales y exaltan la solidaridad. Su anhelo pasaba
no por unificar esos movimientos, pero sí por que existiera una coordinación
en red que les diera mayor eficacia a sus acciones.
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