El retorno a Chile de Frédéric-Jacques Ossang (Francia, 1956), después de 22 años del rodaje de Docteur Chance (1997) generó el rearme de una generación de audiovisualistas y artistas locales, la mayoría de ellos muy jóvenes cuando se unieron a uno de los proyectos cinematográficos más extraños desde el fin de la dictadura.
La cinta, una road movie que se desplaza desde Valparaíso hasta el norte de Chile para contar el viaje de locos que emprende el renegado de una banda de contrabandistas para escapar de sus excompañeros de delito, fue posible en parte por la sugerencia que Raúl Ruiz le hizo al director de rodar en Chile.
En momentos en que el cine nacional aún respiraba con dificultad, la aparición de este proyecto y, más importante aún, del encuentro de los creadores locales con una estética profusamente expresiva, incluso para la media del cine francés en ese minuto, parecía una apertura hacia formas más libres de concebir la puesta en escena.
A la larga, sin embargo, la escasa difusión que la película tuvo en Chile -algunos festivales y una exhibición solitaria en el Centro de Extensión de la Universidad Católica-, asfixió las posibilidades de difusión de un filme inmensamente rico en sus hallazgos visuales como en la libertad para retomar buena parte del legado del cine clásico.
Con el tiempo, la carrera de Ossang creció, se expandió en las mismas direcciones propuestas en aquella cinta y fue construyendo un universo propio que, pese al interés creciente en el mundo audiovisual europeo e incluso latinoamericano, no logró cruzar las fronteras del país.
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